Las instituciones educativas del presente en Colombia vienen construyendo alrededor de la noción de currículo sus apuestas formativas. Derivada tal noción del paradigma Anglosajón y teniendo en cuenta sus múltiples realidades (grupos étnicos, conflicto, postconflicto, la ley general de educación reglamentado en el decreto 1860 con sus modificaciones establecidas por las leyes 1013 y 1029 de 2006), se han construido infinidad de referentes que inducen el pensar que más que un concepto universal de currículo, asistimos a la emergencia de la polisemia del término como cualidad esencial del mismo, en tanto escenario posible de currículos de carácter socio-críticos.
A pesar de lo dicho, innegable es que, desde la década de los años ochenta, viene la teoría curricular cobrando fuerza como dispositivo sustancial de definición de los trayectos formativos promovidos por las instituciones educativas. La teoría curricular se ha convertido en soporte insoslayable de todos los proyectos que en el orden nacional apuntan al desarrollo de la educación como discurso axiológico del hecho educativo y como práctica que define proyectos institucionales orientados a la mejor formación.
Por ser, en el presente, la teoría curricular, un referente sustancial en la marcha de las instituciones educativas en todos los niveles y modalidades, es fundamental su apropiación por parte de los futuros profesionales de la educación. Apropiación que ha de integrarse a partir del reconocimiento de su estado en el mundo, América Latina y Colombia, del análisis crítico de experiencias que sobre el tema son consideradas como paradigmáticas o significativas en nuestro contexto y por las interpenetraciones y rupturas que en el devenir histórico pueden reconocerse de él en su relación con otras categorías de interés como la pedagogía, el aprendizaje, la enseñanza, la evaluación y la formación, entre otras.
Un profesional de la educación de la Universidad de Caldas, líder en su campo y consciente de la responsabilidad social que le corresponde en tanto formador de nuevas generaciones, ha de tener en el conocimiento de la teoría curricular una de sus fortalezas importantes. Tal conocimiento, a partir de la oferta del Departamento de Estudios Educativos es vital para el desempeño en las instituciones educativas en las que el currículo circula permanentemente como noción. El dominio de los saberes más actuales sobre el tema, análisis profundos sobre el mismo y aplicación a ejercicios sobre su formulación, permitirán al profesional en formación aportar en su campo laboral, a nivel formal, no formal e informal, ideas, propuestas y competencias para su formulación, resignificación o evaluación.
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